domingo, 15 de mayo de 2011

Tarde de otoño

Tarde de otoño,
gris acerada,
gastada de consumir tanta tarde.

Siembras oros en las
sienes de mis árboles
no talados,
y anuncias la prematura vejez
de mis mañanas.

Tus aguas resbalan
sin pudor y sin cuidado
sobre el envés
dolorido de mis manos.

Tus aguas recorren
pacientes, peregrinas,
las heridas ya viejas
de mis ilusiones.

Y yo,
tu amante, tarde,
adoro en silencio,
el grito mudo
de esas aguas,
sin dejar de amarte.

Tus nubes ocultan la luz
de mis ojos en tí,
tarde;
extrañas, doloridas.

Tus nubes claman mis despedidas
y el vacío de mis canciones.

Y yo,
tu amante, tarde,
adoro en silencio
la mueca funesta
de tus nubes,
sin dejar de amarte.

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