miércoles, 15 de agosto de 2012

¡Quién fuera luz!

La luz se muere de ganas
por deslizarse en tu pelo,
por romperse en filigranas,
en un oscuro irisado,
casi negro.

¡Quién fuera luz!


Y estremecerme al contacto
en un palpitar de fuego,
y transmutarme en el acto
en cascada de colores,
siempre nuevos.
Y enredarme y diluirme
en este acuoso deseo,
y derretirme y morirme
en cada brillo,
cada destello.
¡Quisiera yo ser luz!

Romperme súbitamente
y crepitar en tu fuego
y brillar incandescente,
expandirme, derramarme,
iluminarte tu sueño.

Y como una errante estrella,
entre el espacio y el tiempo,
perderme en este azul
rotundo, profundo,
casi eterno.