domingo, 15 de mayo de 2011

Esta tierra ...

Esta tierra,
a veces verde, a veces dorada,
se nos muere entre las manos
cada mañana.
Hollamos el fango
que nos sustenta
con pasos de veneno;
con sombras,
con deseos.

Estas piedras,
a veces rotas, a veces quietas,
nos asoman al reflejo
de una quimera.
Cada ida es una vuelta.
Sembramos, una a una
las heridas venideras
y cosechamos alegrías
pasajeras.

Este aire,
a veces limpio, a veces rudo,
se enamora en las ventanas,
en los muros.
¡Pero dejamos escapar
tanto amor de los cálidos nidos!
¡Qué mudos los construimos!

Estas nubes,
a veces blancas, a veces rojas,
se derrumban en las cumbres
¿conquistadas?
En cada sonrisa,
flotamos prendidos
de una ilusión;
después lloramos,
y al final, sólo el perdón.

Este mar,
a veces ligero, a veces sabio,
juguetea en las orillas
de nuestros labios.
Buscamos la vida
que nos inunda
fuera de nosotros,
y el mar ahoga el miedo a vivirla.

Este agua,
a veces justa, a veces amarga,
nos enjuaga las tristezas
olvidadas.
Soñamos en cada cama,
con el correr
de los ríos,
de las aguas;
con recordar
las miradas.

Esta luz,
a veces madre, a veces clara,
se nos cuela en el desván
de nuestra alma.
Prendemos un carbón
que nos calienta
las ilusiones muertas
con lágrimas
como yesca.

Este fuego,
a veces dueño, a veces ciego,
nos consume al rescoldo
de nuestro cuerpo.
Y todos, enamorados
de su pureza,
bailamos al son de su latido
los acordes del destino.

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