domingo, 24 de enero de 2016

Amarte

Amarte es contemplar, admirar.
Tú, todo.
Desde el interior, en silencio, sin tiempo. 
Dejándome llenar de tu danza, de tu ritmo.
Música y aire.
 

Te amo desde los ojos.
 

Una pizca de tu luz, me arde.
Amarte es esperar.
Mi fe.
La curva insinuante de tu
sonrisa deslunada.
Abandonarme y hundirme
en los ríos de tus dedos.
 

Te amo desde mi pecho.
 

Desde el interior, en silencio, sin tiempo.
Un aire tan caliente, tan eterno.

viernes, 8 de enero de 2016

Es noche ...

Es noche. Es verano.
Esperas un poema.
Guardas silencio ...
Entre tú y yo silencio.
Sí, ese silencio nuestro,
distinto, ligero ...
Como cuando el mar
besa la arena,
o el árbol
se mira en el río.
Como esta luna
que te ilumina serena ...
Este silencio que
se pasea por tu pelo,
como la luz en tu piel,
como mis manos en tu cuerpo...
Y hablamos sin abrir la boca,
sólo con miradas,
sólo con suspiros ...
Intento hilar palabras,
pero pasan raudas,
como bandada de pájaros,
como el viento en las palmeras...
Esta noche
podría decírtelo todo ...
Que me gustas en penumbra ...
(Te veo, te imagino, te invento)
Que me envuelve tu sonrisa ...
(Pero ya lo sabes)
Que me quemas muy adentro.
Pero ...
Ya lo escuchas ...
En este silencio ...

lunes, 4 de enero de 2016

Las llaves


Todavía conservaba en su interior el tintineo de las llaves del piso y, aún, sentía su tacto metálico, duro y frío entre sus dedos. Ambas sensaciones alimentaban su sufrimiento día tras día. Era insoportable. 

Aunque, a ratos, algo (¿o alguien?) dentro de él le decía que olvidara, que había hecho lo que tenía que hacer y que, ya le tocaba ir hacia adelante sin mirar atrás, le era imposible desprenderse del sonido exasperante de aquellas jodidas llaves que le devolvían, una y otra vez, a aquella jodida puerta. Era una locura. 

Sentía el continuo deseo de comprobar si Marina y Julia seguían allí después de tanto tiempo. Pero no podía. ¿Por qué? ¿Qué se lo impedía? Su alma era un infierno, un ir y venir sin pausa del remordimiento al odio, de la humillación a la ira, del rencor a la desesperación … 

Sin embargo, en el fondo (muy al fondo) estaba convencido de que era su castigo, un castigo que merecía. Una condena impuesta por no se sabe quién … ¿o sí? … ¡Qué se yo! Pero cada minuto que pasaba crecía la angustiosa seguridad de que eso iba a durar una eternidad. 

Al fin y al cabo, ¿qué podía esperar él después de suicidarse, tras degollar a su mujer y a su hija?

Llegas temprano luna

Llegas temprano luna.
Aún el sol está alto
y el cielo es demasiado azul
para vislumbrarte, para contenerte.
Apenas una leve nube pareces,
pero ya te adivino luna.

Aún relucen los rayos en las olas,
aún bailan los brillos en la espuma,
aún la gente corre, se turba y pasa.
¡Queda mucho luna!

Aún las aves vuelan alto, celebrando
la tibieza de la tarde.
¿A qué vienes tan temprano luna?

Pareces asomada a la mirilla
de la puerta, aún cerrada, de la noche ...
Observándonos, escrutándonos.
¡Qué cotilla eres luna!
Desde pronto quieres ser testigo
de lo nuestro más íntimo.

Estás ansiosa por cubrirnos con tu bruma,
de ser la única farola en cada calle.
¡Qué celosa eres luna!

Danos tiempo,
de dar los últimos besos,
de bajar las miradas,
de leer nuestros cuentos ...
danos tiempo ...
que no estamos preparados,
que nos asusta el silencio
de tu noche, luna;
que tanta soledad cerrada 
nos abruma.

Danos tiempo para morir el día
que aún es muy pronto luna.

Deja que ...

Deja que escriba en tu piel, 
aquellos besos no dados, 
los blancos tiempos contados,
                                              con mis labios.

Tengo palabras de cielo
"pa" verterlas en tu copa
y escribirte dos poemas:
uno bajando tu cuerpo,
                                             con mis dedos,
otro subiendo tu alma,
                                             con mi boca.

Deja que siembre en tus ojos
todas las dudas calladas,
y las caricias soñadas,
                                            con mi aliento.

Tengo mares infinitos
que me brotan de las manos,
"pa" navegar tus caderas:
unos te mojan por dentro,
                                           en mis sueños,
otros te secan por fuera,
                                           con mi fuego.

Deja que seamos espuma,
que seamos de olas; 
un estallido de luz,
una sola estrella azul,
una sola ...

A veces ...

A veces me vuelves aire, me enredas con tus manos,
me respiras, te acaricio rozando el verde de tus hojas
y los nidos de tus dedos.

Y yo me dejo amar, ... y yo me dejo.

A veces me vuelves agua y descubro tus raíces,
los rincones de tu cuerpo, y tú me bebes y me lloras. 
Soy el rocío en tus mejillas y la savia de tus besos.

Y yo me dejo amar, ... y yo me dejo.

A veces me vuelves luz y me encierras en tus pupilas,
de nubes, de cielo, y en una mirada tuya veo el Universo entero, 
en cada espacio y en cada tiempo.

Y yo me dejo amar, ... y yo me dejo.

A veces me vuelves ara y te inmolas en mis brazos,
al dios de un fuego eterno, de amores y de labios,
de temblores y de besos.

Y yo me dejo amar, ... y yo me dejo.