lunes, 11 de julio de 2016

Make - up


      El último sorbo de café amargo y caliente que acababa de tomar había terminado de despertarlo. Debía concentrarse. 
    Era su primer día y no podía desaprovechar aquella oportunidad. Este trabajo le había caído del cielo, no sólo porque podía dedicarse a su pasión, el maquillaje, sino que, además, le permitiría aportar algo de dinero a casa, sobre todo ahora que las cosas iban tan mal. 
     Se puso la bata nueva, arregló las pinturas, las barras de labio, las cremas, ... en fin, todas las herramientas de su arte. Se giró y allí estaba ella, su primera cliente. Quieta, demasiado joven y demasiado quieta, pensó ... Retiró la sábana que cubría su cabeza, y la contempló marfil, serena, y comenzó su tarea.