martes, 2 de diciembre de 2025

Seré mar.

 


Nací gota desgajada.
Límpida que descendió con el trueno lejano.
Nube inquieta. Inacabada.
Minúsculo hueco de
luz deseada.

Canto tenue en la altura.
Oscuro relámpago temido.
Bautismo hecho beso.
Y en la piedra dormida
rumor y destino.

"Yo", caleidoscopio.
En cárcava mecida
disolví la dura piedra
en preludio transparente.
Ahora. Impaciente voz
que en tierra halló su urgencia.

Me hizo cauce, prisa.
Tan cuidada, apenas vida fue.
Solo miedo y memoria
que tornó en impulso
la miseria y la herida.

Me hizo tiempo, cicatriz.
Temblor en el abismo. Acariciada. 
Tardía, pero aprendiz.
Guiada en el valle. Serpiente. 
Mimada. Camino abrazado. 
Árbol y ramas.
Puente de cumbre y sal,
no liberada. No decidida.

Así pasé de hueco a grieta,
de rápido a caída.
Sin conciencia. Líquida.
Nunca quieta, pero incierta.

Aprendí. Caminé.
Erré. Traslúcida y opaca.
En la corriente amé.
Y fui de nuevo hora fecunda.

No temí la quietud final.
Ni temí olvidar mi nombre.
Ser apenas eco del aire.
Onda. Ola. Espuma.
Obediencia y abandono.
Noche, día y plata.
Lo acepté. Agradecida.

Espero el horizonte.
La paz de la marea.
Dejaré mi nombre
cómo prenda que viví.

Seré voz. Seré coro.
Sal que todo lo iguala.
Pulso que no cesa.
Plano curvo.
Ni caída ni camino,
sino la llegada misma.

Fui lluvia y río.
Seré mar. 

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