miércoles, 10 de diciembre de 2025

Comunión

 

Desde lo vacío, desde lo negro. Desde el mar. Retozaban mentalmente en espumas, sobre la arena de su día a día. Dormidos. Desnudos. Estrujando entre sus manos el tabú inconsciente, mamado, del roce y de la edad. Pero la verdad se les hacía verde. Aunque eran palabras, solo palabras. Siempre llegaban a la conclusión de que ni aquello era verdad, ni siquiera su mar era turquesa. Su verdad era verde, extrañamente natural.

No intentaban comprender la dualidad. La dualidad del amanecer se dispersaba en el horizonte. Entre montañas, árboles y rocas. Era imposible comprenderla. Aprehenderla.
 
Y ellos, gris marengo, atisbaban luces en el barro. Pero, no confiaban ni en colores ni en dioses. Para ellos todo era ruido solo ruido. Ni siquiera palabras. Solo estridencia y mentiras.

Pena les daba el amor intentando no serlo a la fuerza. A la fuerza del rojo premonitorio. Y su mar se les vaciaba de intimidad y de libertad. De decires y de voces. De páginas en blanco. 

Había que esperar. Había que esperar que llegara, desde muy lejos, la luz rosa, sucia, pero rosa, como una brisa de planetas y polvo. Solo esperar. Y contemplar. Cómo un renacer impredecible y sorprendente, se venía. Sin esperanza, esperar que los sueños y los nortes y sures se alinearan. Para que ningún alma se durmiera, se extraviara. Esperar. Pacientes, en silencio.

Esto, en muchos, sería imposible. Estridencia y ruido lo impedirían. Se obstinaban en solo ser escuchados. A estos les dolía la angustia de ser anónimos. Temían el silencio. Lo vacío. Pero el silencio no es mudo. Les hablaba y asustaba. Y, esclavos de la materia y de la forma, de lo ético y lo estético, de lo físico, vagaban por la orilla de su incolora existencia. Por la orilla de la nada.

Y el tiempo, pasando monótono. Una babosa en su corazón. A golpes de presente. Sin llevarse nada al pasado. Sin traer nada del futuro. Esperar y contemplar el ahora. Eso quedaba. Hasta que lo único que tuviera sentido fueran los otros. Construir con los otros, golpe a golpe lo inefable. Lo inimaginable. Hasta que todos aprendieran a vivir sin eslabones en las vísceras ni rosas en el pelo. Vivir. Esperar, contemplar y vivir. Eso quedaba. Fundirse. Comunión.

¿Y tú?


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