Huele a pan tostado. Es temprano.
Siempre me recuerda a la infancia.
A la seguridad. Al calor.
De pronto, se rompe el cielo.
El aire tiembla.
Me asomo a la ventana: todos corren.
Yo no. Sin comprender.
El olor a pan tostado permanece ingenuo,
suspendido en el aire, inocente.
Ha volado por encima del humo,
indiferente a la pólvora.
Un cuchillo invisible
ha cortado de raíz
la esperanza y el sosiego.
Ahora todo es confusión.
Llanto. Sangre.
Suciedad. La dignidad última
de la palabra sobre la carne.
Pronto el lodo caerá al fondo
y veremos aguas claras.
Otros aires traerán otra belleza.
Los niños volverán a jugar
con juguetes inventados.
Los jóvenes volverán a correr
con miembros prestados.
Otros amores. Otros fuegos.
Más grandes. Más rojos.
Y los viejos mirarán
con los ojos del recuerdo
y llorarán la inocencia perdida.
Pero yo seguiré aquí, entre escombros.
Aferrado a la memoria de este día.
Rescatando el calor.
La única libertad,
la más terrible y cierta,
es que yo elijo qué hago con mi sombra.
La paz que vendrá será la luz que llevo.
Primer instante ... Origen. ¡Antes de tí, nada! ¡Ni el tiempo! Punto primigenio. Instante cero ...
sábado, 6 de diciembre de 2025
Olor a pan.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario