miércoles, 10 de diciembre de 2025

La cita

 ...

Lo sé, llego tarde. No seas celosa, no me había olvidado de ti. Eres exigente. En realidad no me necesitas. No necesitas ni que venga ni que hable. Te crees tan segura, tan poderosa, que quieres tus amantes a tus pies. Sí, amantes. Muchos. Eres un amor compartido. Difuso. No me importa. Puedo verte, sentirte, tenerte, casi amarte, a ratos, a trozos. Así nos llega la vida. Discontinua.

No hables tan fuerte ni tan atropelladamente... apenas entiendo lo que dices. No entiendo tu lenguaje, tu idioma. Hoy estás muy alterada. El día está desapacible. Sin embargo, aquí estoy, quizás para acompañarte. O solo para oirte. Para escuchar tu voz. Tan natural, tan necesaria. Me tienes anclado a tu voz, a tu melodía...  Amo tu cadencia. Sugerente. Sensual.  

...

No sé por qué me atraes. ¿Para qué me quieres, si sabes que no te entiendo? Aquí estoy. Dime claramente lo que quieres. Quizás hoy aprenda a entenderte. Lo intento día tras día. Quizás hoy ...

Me callo. Me callo y escucho. Hoy solo escucharé, te escucharé. No diré nada. No romperé este silencio azul cobalto, lleno de tu voz. 

Pero, me gusta tanto cómo lo dices. Y no me rindo, no puedo impedir que penetres. Tu voz es lo que me trae aquí una y otra vez. Hoy no hay nubes. Quizás con nubes te escuche de otra manera. Son tus vestidos. El gris verdoso los días de lluvia. El turquesa, los días soleados. Esta atracción serena   es lo que hace que tu música en mí sea otra, diferente. Siempre es la misma voz, la misma canción, pero tu color... Distinto, iridiscente. Hoy el viento te revolea el vestido. Espuma.

...

He vuelto a nuestra cita. Hoy me sonríes. El viento es frío, de invierno, suave. Pero ... hoy no te oigo. Presto toda mi atención, pero no te oigo. Te veo. Solo me sonries y callas. No soporto este silencio tan lechoso. Sigue hablándome. ¡Por favor! No dejes de hablarme. Te necesito de azul, de verde o de turquesa ..., pero te necesito. Deseo tu voz. No me dejes aquí solo con tu sonrisa en mis ojos y tu silencio en mi. Aspiro este aire de soledad, tan vacío. Necesito tu aroma, Sí, tu aroma.       A menudo me despierta el olor fresco de tu cuerpo. Sobre todo cuando te alejas un poco. Pero hoy estás, te veo, te huelo pero no te oigo. Ya no me hablas. No he logrado complacerte. La arena está fría y el sol naranja, y mi soledad húmeda. No sé decirlo...  estoy tan solo. ¿Por qué no me hablas?

...

Por fin he comprendido. Una revelación. Sí, te me has revelado en sueños. Ha sido enigmático. Misterioso. Yo en tu orilla, pero en mi había otra orilla diferente de un mar diferente. Oscuro, silencioso, sin espuma, de caverna erosionada. Os habeis acercado y besado, rozado. Y mi mar se volvía claro, sereno y hablaba. Lento. Oí vuestros rumores. Como os susurrábais, amantes. Sí, dos amantes apasionados, orilla con orilla, agua con agua. Tu melodía y su poema, al unísono. 

Ya sé lo que quieres de mí. Eres como la vida: no se trata de entenderte sino de responderte. Pondré poemas para tu marea, para tu rumor. Y nos amaremos agua con agua, espuma con espuma. Así... nuestras orillas se acercarán, y besarás mi mar interior, y llenaré de versos tus olas. Eres mi mar. Mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario