Algo se está deteniendo
en el filo de un destello.
Y el cuerpo se está quebrando
como un espejo de invierno.
Dejaré de ser este "yo" cansado,
este inquilino de la carne,
para ser solo el parco espacio
que ocupaba.
Se escapa la vida
por donde apunta la tarde,
prendida en la luz dormida
que brilla sobre la herida.
No habrá miedo,
solo la extrañeza de no pesar.
De no ocupar espacio.
De no sufrir el tiempo.
La simple materia sin destino.
Me volveré niebla en tu ventana,
sal en la orilla de tu paso.
Arena y río.
Polvo de estrella... apagada.
Y partirán las barcas
cuando al ocaso naveguen,
sobre las olas amargas
donde el ser se mece.
Y al final,
cuando pregunten dónde fui,
mi ausencia responderá:
ya no soy.
Ya solo estoy.
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