miércoles, 29 de octubre de 2025

Orden natural.

Cada cosa está en su sitio.

Allí la piedra que descansa en el mar, 
brillante, grávida de luz. 
Allí la flor cultivada que se viste de rocío. 
Allí nube y galaxia viajan: sin prisas, sin ansias. Allí el agua que nace, el ave en su nido, 
el latido.

Espontáneos: todos vienen y van. 
Sin tocarlos, sin verlos del todo, 
casi sin nombrarlos. 
Poco nos es concedido. 
Y todo parece perfecto —casi demasiado—; pero hay una grieta en la blancura del silencio.

Está en la sombra de lo que esperamos, 
en el hilo del manantial
y en la canción olvidada;
en la compasión silenciosa
y en el vacío que ocupamos.

No hacer. No interrumpir. 
Ver. Mirar. Contemplar humildemente. 
Aceptar el brazo que nos sostiene. Sin miedo. 
Solo permanecer.
Y amar con paciencia.

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