sábado, 12 de agosto de 2017

Hastío



Sucede que me canso de ser hombre.

De ser ángel de carne, desechado.
De ser vértigo luminoso
sobre el blanco verbo inmaculado
de la nada fecunda;
bajo el techo gris, ominoso,
de la nube líquida, deslumbrado,
que me inunda.

Mediocre, me canso de ser hombre.

De ser demonio de vientos, deseado.
De ser lava a borbotones
del vulcano vientre arrojado,
a esta famélica vida.
De ir recogiendo jirones.
De ir cosiendo retales, inacabado,
ruina de esta casa derruida.

Sobre la tierra dura, hombre.

De metálica fuente nacen lagos
de miedos y fuegos que perduran,
como géiseres que deshacen, magos,
las angustias, los dolores y las dudas,
como brotes que renacen, claros,
de las ganas, los hados y las brumas.

Duele, aunque no lo parezca, ser hombre.

Aún así, hombre sin excusas,
no recibir el espíritu, duele,
de la redentora brisa de la musa
que de ser hombre me releve,
que a ser niebla me impulsa,
que por ser alma me libere.

Humano, imagen, sombra de hombre.

Cansado y harto de mí mismo
solo me queda avanzar,
remedar de otros el camino,
esperar la lluvia bautismal
que me absuelva del pasado y del delito,
del recuerdo, de la necedad,
de la misión y el destino.

Sucede que me canso de ser hombre.

De ser poema, visión y anhelo,
de ser hierba, de ser cielo,
de ser dolor y silencio,
de ser error, de ser deseo
y asilo.

Sucede que me canso de ser...

No hay comentarios:

Publicar un comentario