Dormir es una traición.
Abandonas por un breve tiempo
el mundo, tu mundo,
para domar fantasmas.
Es el mayor acto egoísta.
Mientras duermes eres infiel.
Infiel al ruido,
a la angustia,
al miedo,
al espacio y
al tiempo.
Dormir es abandonar,
es un morir discontinuo y,
a la vez, incierto.
Es un vivir ausente.
La niebla en los ojos
y el frío en las manos.
Es un anhelo inconcluso de muerte.
Irracional.
Dormir es dejar de aferrarse
a los ojos,
sin miedo a sentirnos solos.
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