Te recuerdo, con un dolor
transparente,
sin que me hiera la luz,
aún queriendo,
sin que me hiera el olvido,
iridiscente.
Tu imagen se difumina,
opalescente
en un querer y no puedo;
en un cristal incoloro,
en un sólido latiendo,
refulgente
Y permaneces etérea,
delicuescente,
disolviéndote en el aire.
Es tu figura perfecta,
eres casi niebla, casi nube
indiferente.
Ahora roca, luego bruma,
incandescente.
Quizás agua, hielo o lava,
quizás metal, quizás musgo,
Ahora brillo divino, puro,
irreverente.
Y me atraviesas el sueño
intermitente;
en un ir y venir vibrando ...
Así te recuerdo yo,
casi luna, casi noche, sin dolor,
casi sol evanescente.
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