lunes, 28 de marzo de 2016

Todo es nuevo.

¿Para qué más? ¿Qué nos espera? 
¿Qué es lo nuevo, sino lo viejo con otra máscara? 
¿Qué nos trae el tiempo, sino la misma repetición?

En realidad, somos eternos 
y no lo sabemos. No lo sentimos. Desperdiciamos la eternidad buscándola fuera.

Todo paso, toda fase, 
obedece a una ley espontánea.

El tiempo solo tiene un sentido: el desorden. 
La caída.

Por eso la experiencia, lo aprendido, es inútil. 
Es un mapa de un sitio que ya no existe.
Porque todo es nuevo a cada instante. 
Y cuesta tanto ir contra la corriente. 
Ordenar. Levantarse.

Cuando lo natural, 
lo único cierto, 
es derrumbarse.

Todo es nuevo. Virgen.


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