Esta noche soñé con tu fantasma.
Vislumbré su cara.
Gris. Triste. Viva.
De huesos y de carne.
Veloz pasó a mi lado.
Entre otros fantasmas.
Busqué sus ojos,
como buscan los ojos el anhelo inesperado.
En su mirada cansada
un dolor antiguo, improvisado.
Allá iba tu fantasma,
con su negro vestido.
Empujando su futuro y
arrastrando su pasado.
Una sombra pasajera,
oscura, de niebla y de musgo.
El frío mortal de su sonrisa
bañó el aire de olvido y de tiempo.
Perfume acre de malvas y azucenas.
En sus labios el rictus amargo de la victoria
y la dulce sonrisa de la derrota.
Lo vi alejarse, apresurado.
Arrastrando su futuro y
empujando su pasado.
Y yo quedé solo,
al pie de la calle,
viendo el pasar de sus huellas
de cieno y de presente.
Y yo me vi quieto,
de luz y de espuma,
entre tanta negrura.
Sereno y en paz
viendo pasar más fantasmas.
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