La perenne orilla del mar del tiempo.
El cielo rosa, o malva.
Los pies húmedos,
el viento fresco....
y en el horizonte dos soles.
Uno naranja muriendo,
Fuego tibio.
Allí quemo los deseos incumplidos,
el tiempo malgastado (sin ti),
la pesadez de esta existencia,
la soledad, la tierra,
las sombras, los pasos...
Un rescoldo íntimo que me abrasa
y me renueva. Ave fénix.
Otro blanco.
Fuego naciente,
triunfante,
me empuja incesante
a tu mirada, a tu sonrisa,
que iluminan los caminos
sin hollar, que calienta
el reposo frío
de cada noche.
Dos soles.
Y la espuma besándome
el futuro,
y las dunas enterrando
mis secretos.