Mientras la música revolotea,
(esa mariposa inquieta)
buscando un lugar donde posarse,
las sombras bailan entrelazadas
un vals o un bolero... ¡no sé!
Y los murmullos duermen
en los rincones vacíos,
y el tiempo, ese caracol paciente,
tan constante, se desliza por mis muros.
Mientras la luz late imperceptible,
eterna y cotidiana,
sobre los viejos objetos
de mi interior,
vacíos, oscuros,
mi salón se llena de pasos mudos,
de sueños acabados, efímeros,
que se esfuman al punto
y el espacio, tan vacío,
se vuelve nada, quieto, ausente.
Así los días,
uno tras otro,
sin dejar huella, tiernamente,
van disolviéndose en el aire,
indolentes, como un perfume abierto.
¿Es esto paz u oscuridad?
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